La traducción automática se puede definir brevemente como la tecnología que permite traducir textos de un idioma a otro gracias a un programa informático.
Utilizando esta tipología de traducción, se han traducido muchísimos textos, facilitando y agilizando el trabajo de los traductores.
Algunos de los sitios web más utilizados que se ocupan de traducción automática son: Google, Reverso, Babylon y WordLingo.
Sin embargo, no todos los textos se pueden traducir con el sistema de la traducción automática; en efecto sólo los textos que tratan argumentos específicos y rutinarios (como los textos jurídicos, los textos científicos y los boletines informativos) se adaptan a esta tipología de traducción y los resultados, aunque aproximados, consiguen satisfacer las exigencias de la mayoría de los “consumidores”.
Para alcanzar un resultado más preciso, es necesaria la intervención de un traductor humano. Así, se crean dos sistemas de traducción interactivos, o sea: la traducción asistida por el humano y la traducción asistida por el ordenador.
En el primer caso es el traductor humano que se ocupa de la corrección de todo el texto ya traducido con traductores automáticos, concentrandose más, por ejemplo, sobre las palabras desconocidas por los ordenadores y los nombres propios.
En el segundo, es el trabajo del traductor humano que está facilitado por los ordenadores (gracias, por ejemplo, a las memorias de traducción de los programas informáticos y a las bases de datos terminológicas multilíngües). Los programas más conocidos de traducción asistida de este tipo son: Déjà-Vu, Omega T y Wordfast.
Utilizando esta tipología de traducción, se han traducido muchísimos textos, facilitando y agilizando el trabajo de los traductores.
Algunos de los sitios web más utilizados que se ocupan de traducción automática son: Google, Reverso, Babylon y WordLingo.
Sin embargo, no todos los textos se pueden traducir con el sistema de la traducción automática; en efecto sólo los textos que tratan argumentos específicos y rutinarios (como los textos jurídicos, los textos científicos y los boletines informativos) se adaptan a esta tipología de traducción y los resultados, aunque aproximados, consiguen satisfacer las exigencias de la mayoría de los “consumidores”.
Para alcanzar un resultado más preciso, es necesaria la intervención de un traductor humano. Así, se crean dos sistemas de traducción interactivos, o sea: la traducción asistida por el humano y la traducción asistida por el ordenador.
En el primer caso es el traductor humano que se ocupa de la corrección de todo el texto ya traducido con traductores automáticos, concentrandose más, por ejemplo, sobre las palabras desconocidas por los ordenadores y los nombres propios.
En el segundo, es el trabajo del traductor humano que está facilitado por los ordenadores (gracias, por ejemplo, a las memorias de traducción de los programas informáticos y a las bases de datos terminológicas multilíngües). Los programas más conocidos de traducción asistida de este tipo son: Déjà-Vu, Omega T y Wordfast.
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